Fue en 1962 cuando a nivel nacional nació la Institución Damas de Rojo y en Los Andes, la segunda filial más antigua surgió un 3 de octubre de 1964. Bajo la premisa de brindar ayuda material y espiritual a los enfermos hospitalizados y servir de nexo entre los pacientes y sus familias, estas mujeres dedicadas al servicio público de manera voluntaria están celebrando 60 años de vida. Son las Damas de Rojo y representan a un voluntariado que no tranza a la hora de requerir de su apoyo. Hoy, la Institución ha crecido y está compuesta por más de cuatro mil quinientas voluntarias, en las 81 filiales desde Arica a Punta Arenas. De ellas, en Los Andes son más de 70 pero solo 24 permanecen activas. Desde sus inicios se convirtieron en un pilar fundamental dentro del quehacer hospitalario en Los Andes. Así es parte del día a día, pues también están disponibles para llevar encargos a los pacientes hospitalizados. Anualmente –en abril- realizan una colecta que les permite reunir dinero para luego adquirir solo implementos que serán entregados a los enfermos hospitalizados, esos que por lo demás no siempre son de la zona y por ende no cuentan con más visita y apoyo que el de las Damas de Rojo. Dejan sus propias vidas y familias postergadas por ayudar al resto; son un voluntariado lleno de sacrificios y aun cuando las necesidades abundan, siempre estarán disponibles para los requerimientos del hospital.
Fue en 1962 cuando a nivel nacional nació la Institución Damas de Rojo y en Los Andes, la segunda filial más antigua surgió un 3 de octubre de 1964. Bajo la premisa de brindar ayuda material y espiritual a los enfermos hospitalizados y servir de nexo entre los pacientes y sus familias, estas mujeres dedicadas al servicio público de manera voluntaria están celebrando 60 años de vida. Son las Damas de Rojo y representan a un voluntariado que no tranza a la hora de requerir de su apoyo. Hoy, la Institución ha crecido y está compuesta por más de cuatro mil quinientas voluntarias, en las 81 filiales desde Arica a Punta Arenas. De ellas, en Los Andes son más de 70 pero solo 24 permanecen activas. Desde sus inicios se convirtieron en un pilar fundamental dentro del quehacer hospitalario en Los Andes. Así es parte del día a día, pues también están disponibles para llevar encargos a los pacientes hospitalizados. Anualmente –en abril- realizan una colecta que les permite reunir dinero para luego adquirir solo implementos que serán entregados a los enfermos hospitalizados, esos que por lo demás no siempre son de la zona y por ende no cuentan con más visita y apoyo que el de las Damas de Rojo. Dejan sus propias vidas y familias postergadas por ayudar al resto; son un voluntariado lleno de sacrificios y aun cuando las necesidades abundan, siempre estarán disponibles para los requerimientos del hospital.