Una jornada llena de emoción y esperanza vivieron niños y jóvenes con cáncer en el aeródromo de Boco, en Quillota. Gracias a la colaboración entre distintas entidades, los pequeños tuvieron la oportunidad de surcar los cielos y vivir la inolvidable experiencia de volar en avioneta. La actividad se llevó a cabo en el marco del Día Mundial del Cáncer Infantil, con el objetivo de regalar un momento de alegría a quienes enfrentan una dura batalla contra la enfermedad. Para ello, el Club Aéreo de Quillota puso a disposición sus aviones y pilotos, mientras que el Club de Leones Villa Alemana Eterna Juventud organizó la logística y la Fundación Franco Cepeda Lillo invitó a una veintena de sus beneficiarios a participar. Desde el momento en que llegaron al aeródromo, los niños y sus familias fueron recibidos con cariño. La emoción era evidente en sus rostros, especialmente cuando subieron a las avionetas y despegaron. Pero no solo los niños con cáncer disfrutaron de esta experiencia. También se consideró a sus hermanos, quienes muchas veces quedan en segundo plano debido a la atención que requiere el tratamiento de su familiar enfermo. Las familias y la fundación, agradecieron profundamente la iniciativa, destacando que más allá de la emoción del vuelo, este tipo de actividades les permite sentirse acompañados y comprendidos en un camino que muchas veces es difícil. La jornada finalizó con abrazos, fotos y la promesa de repetir la actividad en el futuro. Un día que, sin duda, quedará guardado en la memoria de todos los que participaron y que demuestra que, con solidaridad y amor, se pueden construir momentos de felicidad incluso en tiempos difíciles.
Una jornada llena de emoción y esperanza vivieron niños y jóvenes con cáncer en el aeródromo de Boco, en Quillota. Gracias a la colaboración entre distintas entidades, los pequeños tuvieron la oportunidad de surcar los cielos y vivir la inolvidable experiencia de volar en avioneta. La actividad se llevó a cabo en el marco del Día Mundial del Cáncer Infantil, con el objetivo de regalar un momento de alegría a quienes enfrentan una dura batalla contra la enfermedad. Para ello, el Club Aéreo de Quillota puso a disposición sus aviones y pilotos, mientras que el Club de Leones Villa Alemana Eterna Juventud organizó la logística y la Fundación Franco Cepeda Lillo invitó a una veintena de sus beneficiarios a participar. Desde el momento en que llegaron al aeródromo, los niños y sus familias fueron recibidos con cariño. La emoción era evidente en sus rostros, especialmente cuando subieron a las avionetas y despegaron. Pero no solo los niños con cáncer disfrutaron de esta experiencia. También se consideró a sus hermanos, quienes muchas veces quedan en segundo plano debido a la atención que requiere el tratamiento de su familiar enfermo. Las familias y la fundación, agradecieron profundamente la iniciativa, destacando que más allá de la emoción del vuelo, este tipo de actividades les permite sentirse acompañados y comprendidos en un camino que muchas veces es difícil. La jornada finalizó con abrazos, fotos y la promesa de repetir la actividad en el futuro. Un día que, sin duda, quedará guardado en la memoria de todos los que participaron y que demuestra que, con solidaridad y amor, se pueden construir momentos de felicidad incluso en tiempos difíciles.